Se trata de una forma de abuso psicológico en la que el abusador intenta hacer que la víctima dude de su percepción o incluso de su lucidez. Son tácticas como hacer dudar de que algo ha pasado realmente, decir mentiras patentes con absoluta convicción, hacerle creer que todos los demás le mienten…

El término se popularizó a raíz la película Gaslight, de 1944 y con Ingrid Bergman, en la que el marido dice a su esposa que las luces que ve en el ático (que enciende él para buscar una fortuna) son imaginaciones suyas.

Puede que el «gaslighter» lo haga conscientemente, o que sea inconsciente – por ejemplo, diciendo que jamás ha dicho algo, porque se siente mal por haberlo dicho, o se ha olvidado, o padece algún trastorno que le hace decir cosas de las que no es consciente. A saber.

El término se ha traducido al español con muy mala fortuna por «hacer luz de gas». Como se pierde la referencia, se pierde el sentido, así que mejor no usarlo.

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